El estudio de aguas residuales de Punilla concluyó que funcionan como un indicador epidemiológico para anticipar la circulación del virus

El proyecto “Monitoreo ambiental de SARS-CoV-2 en aguas cloacales” está llegando a su etapa final. Desde hace un año desarrolla una vigilancia epidemiológica de aguas residuales para evaluar la circulación del virus SARS-CoV-2 y la participación de estas aguas como potencial fuente de exposición en la población de la ciudad de Córdoba y del Valle de Punilla.

El estudio de la presencia del virus en los líquidos cloacales constituye una herramienta útil que refleja la magnitud del brote en una comunidad. Es decir que permite controlar la circulación del virus, así como reforzar la vigilancia epidemiológica, prevenir posibles brotes y, de esta manera, definir y replantear cuando es necesario diferentes estrategias para abordar la pandemia. A su vez, permitirá informar sobre su re-ingreso en escenarios de futura eliminación de la circulación viral.

La iniciativa está a cargo de Gisela Masachessi y un equipo de investigación del Instituto de Virología Dr. JM. Vanella (INViV) de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Córdoba.

En su instancia final, Masachessi explicó el trabajo realizado “uno estudiando las aguas residuales puede tener a nivel global lo que está pasando en la población. Pueden ser un indicador silencioso de lo que está pasando, porque predicen una o dos semanas antes de lo que va a pasar en la clínica”.

¿Por qué? Porque las personas infectadas empiezan a excretar el virus primariamente por materia fecal antes de empezar a sentir los síntomas. Esto significa que las muestras dicen fehacientemente lo que está pasando con el virus en la población, brindan información más precisa que el registro oficial de casos.

“Detectamos el genoma del virus en coincidencia con la primera ola y ahora en esta nueva subida de casos se está evidenciando en las cloacas la segunda ola epidémica en Punilla. Pudimos ver con la detección del genoma del virus en las aguas que la circulación que tiene el Covid en la comunidad está en relación a la cantidad de casos clínicos que se evidencian y reportan”, concluyó la investigadora.

Estos datos permiten anticipar una semana a la detección de casos. Por lo tanto, son proporcionados a las autoridades que los incorporan como insumo para tomar decisiones de gestión sanitaria de la pandemia, como por ejemplo restringir la circulación en determinadas zonas a partir de la detección temprana.

En el INViV, junto a Masachessi, estuvieron Matías Liendo, María Belén Pisano, Viviana Elizabeth Ré y Silvia Viviana Nates. El proyecto también contó con la colaboración de Ariana Mariela Cachi y María de los Ángeles Marinzalda del equipo del Instituto de Medicina Aeronáutico Espacial de la Universidad de la Defensa y Gustavo Ibarra y Ricardo Manuel Rojas de la Planta Municipal de tratamientos de efluentes cloacales Bajo Grande.

Rojas además es biólogo de la Cooperativa Integral Regional de Provisión de Servicios Públicos, Vivienda y Consumo Limitada (COOPI) que brinda el servicio de cloacas en Carlos Paz y ARCOOP, que hasta mayo estaba a cargo de la prestación en Villa Giardino, Huerta Grande, La Falda y Valle Hermoso.  En ese marco, el universo que se analizó fue del 37% para Villa Carlos Paz, 20% para Valle Hermoso y 30% para La Falda.

Asimismo, participó el Ministerio de Salud de la Provincia de Córdoba, la municipalidad de Córdoba Capital y el Laboratorio Central de la provincia.

“A todos nos mueve el mismo interés de trabajar en conjunto, con ganas y demostrar que hay que unir esfuerzos para tener buenos resultados. Es llevar la ciencia y acercarla al servicio de a la población que hoy lo requiere”, destacó Cachi.

“La ayuda de diferentes grupos, entre ellos la COOPI, vino a aportar sus ganas de trabajar. Es lo más valioso que nos llevamos de este trabajo, la pandemia vino a demostrarnos eso que nadie puede trabajar solo. Más manos en un laboratorio enriquecen no solamente el resultado, sino a la sociedad. Mientras más personas integran un equipo de trabajo los resultados son mucho mejores”, enfatizó Masachessi.

El proyecto fue uno de los 64 seleccionado en el marco de la Convocatoria IP COVID/19 realizada por la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+i) y forma parte de la red federal de grupos de “Detección de coronavirus en el ambiente, con foco inicial en aguas residuales” que se conformó dentro de la Unidad Coronavirus que la Agencia integra en conjunto con el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación y CONICET.

Se están desarrollando investigaciones similares en distintos puntos de Argentina: Mendoza, Salta, Buenos Aires, Tucumán, Neuquén y Mar del Plata.

Como cierre de la última etapa de esta investigación, las virólogas recorrieron las plantas de tratamiento de líquidos cloacales de La Falda y Valle Hermoso, donde obtuvieron parte de las muestras que estuvieron analizando el último año.

“Pudimos observar todo el proceso y ver que pasa con la realidad de las aguas una vez que ingresan a la planta. Son las muestras con las que nosotras trabajamos y, por otro lado, nos sorprendieron las condiciones en las que encontramos las plantas”, advirtió Marinzalda.

Las tres rescataron las condiciones de mantenimiento, la responsabilidad y energía con la que se trabaja. “El agua no solo sale muy bien tratada, sino que está enriquecida y se ve favorecido el río cuando se devuelve a su cauce. Nos dio satisfacción saber que se da un muy buen servicio. Esperamos que siga así y se siga manteniendo”, indicó Masachessi.

Mientras Cachi consideró que “el paisaje hace que el trabajo sea más saludable a nivel psíquico al estar en un ambiente ordenado, limpio y entre montañas”.